Los microplásticos son partículas muy pequeñas de materiales plásticos. Aunque no existe un consenso sobre a partir de qué tamaño se pueden considerar microplásticos, según la Administración Oceánica y Atmosférica, estos tendrían unos 5 mm de tamaño o menos.
En función de su procedencia, los microplásticos pueden dividirse en dos grandes grupos:
Microplásticos primarios: son aquellos plásticos producidos en forma diminuta con la finalidad de complementar otro producto o como aditivo. En este grupo encontraríamos los plásticos presentes en los exfoliantes, los dentífricos, el maquillaje…
Microplásticos secundarios: son los que proceden de la degradación o separación de otros materiales como botellas, bolsas, neumáticos…
Estos fragmentos de plástico cada vez están más presentes en el medio y, debido a su tamaño, es frecuente que terminen en nuestro cuerpo y en el de muchos otros animales. De hecho, se han hallado microplásticos en más de 200 especies de animales, muchas de las cuales están presentes en nuestra dieta.
Tal como ya hemos explicado, los microplásticos están presentes en los organismos de multitud de especies y, por lo tanto, en multitud de alimentos. Según investigadores de la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos, cualquier persona que consuma marsico habitualmente, ingiere unos 11.000 microplásticos al año. Además, en un estudio publicado por Greenpeace, se detectó que el 90% de las marcas de sal que se consumen en todo el mundo, contienen microplásticos. También se han encontrado residuos plásticos en productos como la miel, el azúcar, la cerveza o el agua. Pero no solo consumimos plásticos cuando nos alimentamos: hay microplásticos presentes en el aire que pueden estimular la producción de sustancias inflamatorias a nivel pulmonar.
Lo que no esperaban los investigadores era encontrar microplasticos en un espacio protegido de la Antártida, posiblemente uno de los lugares más vírgenes y remotos del planeta, en el 2020 fueron publicados análisis de agua dulce de esta zona en el Marine Pollution Bulletin, los resultados muestran que los contaminantes encontrados tenían dimensiones de entre 0,4 y 3,5 milímetros, así como distintos colores y formas (fibras y films). En en este año (2022) se publicó un estudio en la revista científica The Cryosphere, dónde se encontró por primera vez microplásticos en la nieve recién caída en la Antártida.
Estos trabajos plantean la pregunta, de si queda algún rincón del planeta donde los microplásticos todavía no hayan llegado. ¡Aún queda mucho trabajo por hacer para entender cómo son transportados hasta allí, pero sí sabemos de dónde vienen…de las actividades que todos nosotros realizamos! El plástico no es malo, pero está hecho para durar. Sin embargo, una parte importante del que empleamos en nuestro día a día es de un solo uso. Está en nuestra mano reducir, en la medida de lo posible, el consumo de este tipo de plásticos, especialmente aquellos empleados en envases y embalajes.