Dentro de su visión para la recuperación del tejido económico y social, el Grupo BID ha priorizado dos pilares fundamentales: la mitigación del cambio climático y la recuperación y transformación del empleo femenino.
La economía verde ofrece una gran oportunidad de empleo. Un estudio del BID y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que para 2030 se crearán hasta 15 millones de trabajos en la transición hacia una economía sostenible. Esto significa que, al igual que en la economía digital, podemos aprovechar las nuevas demandas del mercado laboral para impulsar la inclusión de las mujeres. Podemos crear más y mejores empleos, contribuir a la mitigación del cambio climático y, además, impulsar el cierre de brechas de género.
Sin embargo, para que esto sea una realidad que permita alcanzar una economía verde con igualdad de género, se debe abordar antes ciertos retos estructurales, por ejemplo, la problemática de la segregación ocupacional. OIT estima que, previo a la pandemia, las mujeres representaban menos del 25% de la fuerza laboral en la región en sectores clave para la transición verde, como la bioeconomía, energía, minería, turismo, construcción, movilidad y transporte, residuos y economía circular y manufactura.
En esta misma línea, se estima que más del 80% de los nuevos empleos que surgirán a partir de distintos programas de descarbonización, se darán en sectores que actualmente son dominados por los hombres. Para que estas cifras resulten más esperanzadoras, es fundamental impulsar la adquisición de nuevas habilidades. La transición a una economía baja en carbono está cambiando las ocupaciones, demandando nuevas tareas y capacidades, y este cambio no puede dejar atrás -una vez más- a las mujeres.
¿Cómo podemos aprovechar estos cambios para promover más y mejor trabajo para las mujeres? ¿Cómo superar desafío? Esto es viable si se sustenta sobre algunos elementos clave como la innovación, la diversificación productiva, la generación de cadenas de valor sostenibles y modernas, la complementariedad de conocimientos tradicionales y modernos, y sí, también; extender la educación a los grupos desfavorecidos de la población, promocionar la corresponsabilidad en el hogar para vencer los estereotipos de género, fomentar la flexibilidad laboral para compatibilizar el cuidado de niños y adultos mayores con el desarrollo de una carrera profesional teniendo una vez más cuidado para no reforzar los roles de género tradicionales y así generar oportunidades económicas para las mujeres.
La igualdad de género en el mercado de trabajo debe ser uno de los objetivos de política prioritarios, ya que es uno de los factores de cambio más importantes para el desarrollo de los países. Porque no hablamos sólo de una cuestión de justicia, si no de crecimiento económico, productividad y bienestar para toda la sociedad. Es hora de ver el futuro del trabajo y sus demandas, no solo como un desafío, sino como una oportunidad para lograr la integración de las mujeres al mercado laboral con empleo: formal, de calidad, sostenible y mejor remunerado.