La violencia de género sigue siendo una de las problemáticas más alarmantes en México. Según datos del INEGI, 7 de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Además, cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelan que, de enero a septiembre de 2024, se registraron 768 feminicidios en el país. Estas cifras reflejan una crisis que exige respuestas inmediatas y coordinadas desde diversos frentes, y la educación es uno de los más fundamentales.
El Día Naranja, conmemorado cada 25 de mes, no solo busca visibilizar la violencia contra mujeres y niñas, sino también fomentar acciones concretas para prevenirla. En este esfuerzo, el sistema educativo tiene un papel crucial. La Secretaría de Educación ha promovido programas dirigidos a fortalecer una cultura de igualdad de género desde las aulas, buscando transformar las actitudes y comportamientos que perpetúan la violencia.
En Zacatecas, por ejemplo, estas iniciativas se reflejan en actividades que vinculan la educación con la sensibilización. Instituciones como el CONALEP y la Universidad Tecnológica del Estado de Zacatecas han implementado talleres y conferencias para estudiantes, abordando temas como el respeto mutuo, la prevención del acoso y la construcción de relaciones basadas en la igualdad. Estas acciones no solo empoderan a las jóvenes, sino que también educan a los jóvenes varones sobre la importancia de rechazar cualquier forma de violencia.
La educación, sin embargo, debe ir más allá de eventos aislados. Es necesario integrar de manera permanente contenidos sobre derechos humanos, igualdad de género y resolución pacífica de conflictos en los programas educativos. Asimismo, se requiere la capacitación constante de docentes para que puedan abordar estos temas de manera efectiva en el aula.
El Día Naranja nos recuerda que prevenir la violencia no es solo una responsabilidad del sistema judicial o de las instituciones de seguridad. La verdadera prevención empieza en casa y se refuerza en las escuelas. Si logramos inculcar en las niñas y los niños valores como la igualdad, el respeto y la tolerancia, estaremos construyendo las bases de una sociedad más justa y segura para todos.
Apostar por la educación como herramienta de transformación social no solo es un acto de justicia, sino también una inversión en el futuro de un país que aspira a erradicar la violencia de género en todas sus formas.