Por la Dra. Ana Rodríguez Mancha, Médica general, Especialista en Hematología.

Las actividades diarias que en muchas de las ocasiones las hacemos por inercia, son sometidas a miles de experiencias a la vez, entre las táctiles, sensoriales y visuales, hacen un escenario perfecto para disfrutar de la maravillosa maquina humana que poseemos. El humano cuenta con 5 sentidos básicos el olfato, el oído, el gusto, el tacto y la vista; esté último sirve como conducto principal de transición entre los estímulos externos que nos regala la naturaleza y el mundo interno que cada ser humano va creando y trasformando en valiosos recuerdos.

Es gracias a los conos y bastones que son células pequeñas que se encuentran en nuestro ojo, que permiten la visión diurna y nocturna, con una percepción amplia de gama de colores, formas y tonalidades que convierten la luz en mensajes eléctricos y las experiencias en recuerdos para toda la vida.

En el navegar diario, algunas actividades propias del hogar o trabajo, amenazan de forma directa la funcionalidad del cuerpo, es así como las quemaduras oculares se han posicionado en una emergencia médica que por su alta prevalencia, no se consideran como accidente ya que en la mayoría de las ocasiones son prevenibles, pero que por descuido al manipular objetos o sustancias químicas, pueden producir una discapacidad parcial o total de la vista, impactando en la funcionalidad familiar, económica y social.


Las quemaduras oculares, se definen como lesiones producidas en el ojo por acción de diversos agentes como los químicos en su composición de ácidos o alcalinos, por ejemplo: la lejía (ácido sulfúrico), fertilizantes, solventes, cal, cemento, etc; o los físicos como arena, tierra, rebaba de metal, etc., que dañan la estructura corneal (tela transparente en el ojo) y que al demorar la atención deja secuelas irreparables. Este tipo de quemaduras puede afectar a cualquier persona, pero principalmente afecta a hombres de entre 20 a 40 años.


Cualquier agente que dañe el ojo, debe ser valorado por el personal de salud, por lo que acudir de manera inmediata a la atención es el pilar de la prevención. Se debe valorar e identificar la sustancia agresora, si hablamos de un líquido que ingresa al ojo, se debe realizar un lavado ocular con agua potable si se encuentra en el domicilio o en el trabajo y si se encuentra en un centro hospitalario con solución salina o solución Hartmann, aproximadamente por 20-30 minutos en gotero, retraer el parpado inferior y superior con el objetivo de eliminar cualquier sustancia alojada en los sacos conjuntivales y solicitar al paciente que mueva constantemente los ojos en todas las direcciones, pero si el agente agresor es sólido, no manipular el área, ni tratar de extraer el objeto, se debe acudir al servicio de urgencias lo antes posible, en una posición semi sentada para realizar una valoración complementaria por el oftalmólogo.

La prevención inicia con pequeños actos de cambio, iniciando con una educación individual, fomentando una cultura de bioseguridad en el trabajo y en el hogar, cuidar a los más vulnerables de la familia como niñas, niños, adolescentes y adultos mayores, con supervisión constante para siempre prevenir escenarios catastróficos.


 
 

POST GALLERY