Por la Dra. Ana Rodríguez Mancha, Médica general, Especialista en Hematología
Durante años la medicina medio disponía de tratamiento “eficaces” para las enfermedades mentales y los que había tenían efectos que en la mayoría de las ocasiones eran muy adversos, en un periodo de post guerra y justo en una sociedad lacerada por ideales extremos más que por ideas medianamente adecuadas, y justo en esas tramas el químico Leo Henryk Sternbach, sintetizó las primeras benzodiacepinas utilizadas como sedantes. Las primeras presentaciones fueron enfocadas a la población femenina, se implementaron para “mujeres neuróticas, amas de casa agotadas, profesionales estresadas, y menopáusicas con problemas”, excluyendo y limitando al hombre de presentar o expresar algún problema emocional.
En el año 2023, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), posicionó la combinación simultánea de distintas drogas como un problema de salud pública, siendo la primera causa de atención en los servicios de urgencias los eventos secundarios del consumo; por ejemplo los accidentes, las lesiones o las intoxicaciones agudas que condicionan la muerte y propician secuelas irreversibles en las familias. Mientras tanto la atención en el primer nivel, también reportó un aumento significativo en el consumo de ciertos medicamentos controlados en adultos jóvenes, ejemplo de ellos es la famosa “pastillita de la felicidad” o el “soma”, llamado así coloquialmente al clonazepam, medicamento que en la actualidad tiene un uso indiscriminado por tiempos prolongados para tratar el insomnio, los trastornos de ansiedad generalizada, el trastornos de pánico y las fobias.
Lo anterior me remite al mundo futurista que plasmó el escritor británico Aldous Huxley en su libro “Un mundo feliz”, donde las emociones de las personas eran controladas a través del consumo de drogas (soma), con capacidad química para cambiar radicalmente el comportamiento social y en nuestros días no estamos lejos de ese mundo literario, donde la idea principal en la mayoría de las personas que lo consumen indiscriminadamente y sin supervisión, es paliar el síntoma (no sentir), sin importar tratar de manera adecuada la causa de origen de ese malestar.
El cerebro posee neurotransmisores que son estimulantes y depresores, estas sustancias coadyuvan al mecanismo de supervivencia, el equilibrio entre estos dos neurotransmisores nos permiten un estado de alerta emocionalmente. Uno de esos neurotransmisor llamado GABA (ácido gamma-aminobutírico) normalmente provoca en el sistema nervioso central aumento de somnolencia, reducción de excitación, letargia y disminución del tono muscular. Estas características son el punto clave en el mecanismo de acción de las benzodiacepinas, grupo farmacéutico al que pertenece el clonazepam, donde el objetivo es potencializar la acción de este neurotransmisor GABA. Por lo que el paciente con insomnio, tendrá somnolencia, el paciente ansioso y con fobias sentirá tranquilidad y los movimientos tónico-clónico no controlados de la epilepsia se evitaran.
El abuso del clonazepam, en adultos jóvenes es más común de lo reportado en la estadística, esta etapa de productividad se ve mermada por el ajetreo diario del trabajo, la escuela, la economía deficiente, el estrés constante, la alimentación rápida y poco equilibrada, el abuso de sustancias (drogas) y la depresión no tratada y prolongada, que los lleva a un escape fácil al problema, en vez de equilibrar la vida entre la familia, el trabajo y el autocuidado, prefiriendo la solución rápida para mantenerse tranquilo.
Algunos efectos adversos que puede provocar el uso de clonazepam es la incapacidad para concentrarse, inquietud, confusión, desorientación, depresión, excitabilidad, comportamientos agresivos, nerviosismo, ansiedad, alteraciones del sueño, pesadillas, disminución o pérdida de la libido, dependencia, somnolencia, reacción retardada, mareo, cefalea, diplopía, pérdida de cabello, debilidad muscular, incontinencia urinaria, disfunción eréctil, fatiga, riesgo de caídas, etc. Pero particularmente en tratamientos a largo plazo o dosis altas puede ocurrir disartria, ataxia, nistagmo, amnesia anterógrada, sedación, alteraciones en la memoria, dependencia y debilidad, por lo que su uso debe ser estrictamente supervisado y con un periodo corto. Atacar las causas de origen en lugar de maquillar la molestia es una premisa que debemos implementar, no te auto mediques, acude con los expertos para su prescripción y mayor información.