Dakar, (EFE).- Una veintena de jefes de Estado y de Gobierno africanos se reunieron este miércoles en Senegal en una cumbre para defender la necesidad de invertir en agricultura, con el fin de que África puede alimentarse a sí misma y al mundo.

El jefe de Estado de Senegal y presidente de turno de la Unión Africana (UA), Macky Sall, remarcó la urgencia de que África acabe con su dependencia alimentaria del exterior y que África aprenda «a alimentarse ella misma y a contribuir a dar comida al mundo».

Sall hizo esa declaración en la inauguración de la Cumbre Alimentaria Africana Dakar 2, que empezó hoy en Diamniadio, ciudad en construcción a unos 36 kilómetros de Dakar.

En ese sentido, el mandatario senegalés remarcó el potencial agrícola con el que cuenta el continente africano, con más del 65 % de tierras arables no explotadas del planeta y la paradoja de que el continente importe la mayor parte de sus productos alimentarios.

Recordó igualmente el «compromiso voluntario» tras el acuerdo de los Jefes de Estado y de Gobierno africanos en la Declaración de Maputo de julio de 2003 de dedicar al menos el 10 % del presupuesto nacional al sector agrícola.

Dificultades financieras de los agricultores
Tras la ceremonia de inauguración del foro, que durará hasta el próximo viernes, los jefes de Estado de Senegal, Nigeria, Zimbabue, Mauritania, Madagascar, Tanzania, Kenia y Zambia, entre otros, compartieron en una mesa redonda su visión sobre el crecimiento de la agricultura, los desafíos del cambio climático y la integración regional de los mercados.

El presidente de Nigeria (país más poblado de África), Muhammadu Buhari, aludió a lo «fundamental» de acceder a una financiación asequible «para el éxito de los esfuerzos de apoyo a los pequeños agricultores y a los agricultores comerciales».

Buhari remarcó también la dificultad de obtener préstamos para la agricultura «debido a la percepción de mayores riesgos» en este sector.

Igualmente, los líderes trataron cuestiones como el lugar en el sector agrícola de las mujeres y los jóvenes y compartieron retos e historias de éxito en sus respectivos países.

Más responsabilidad política para que África se alimente
«Ha llegado el momento de una mayor responsabilidad política para garantizar que África pueda alimentarse a sí misma», señaló por su parte el presidente del Grupo del Banco Africano de Desarrollo (BAfD), el nigeriano Akinwumi Adesina, al dirigirse a los jefes de Estado y de Gobierno y los ministros presentes en la cumbre.

Adesina destacó la relevancia de África en el futuro de la alimentación en el mundo y apostó por hacer de la agricultura un negocio y «no una actividad de desarrollo», subrayando también la necesidad de involucrar al sector privado.

El presidente del BAfD abogó por «sistemas alimentarios más productivos, eficientes, competitivos, dinámicos y sostenibles desde el punto de vista medioambiental», sin olvidar el apoyo a los agricultores africanos.

Esta cumbre de alto nivel ha sido organizada por Senegal y el Grupo del Banco Africano de Desarrollo (BAfD) para buscar soluciones al desafío de la seguridad alimentaria en África y fortalecer la resiliencia ante futuras crisis.

Se trata de la segunda edición de la cumbre, tras la celebrada en Dakar en 2015, y en la que se aprobó la estrategia «Alimentar África: Estrategia para la Transformación de la Agricultura en África (2016-2025)» del BAfD.

África posee el 65% de las tierras cultivables
El continente africano cuenta con el 65 % de las tierras más cultivables del mundo y con abundantes recursos hídricos, teniendo un potencial para alimentar a 9.000 millones de personas en el mundo de aquí a 2050, según datos del citado banco.

Sólo sus vastas zonas de sabana se estiman en 400 millones de hectáreas, de las que únicamente se cultiva el 10 %

No obstante, representa, con 249 millones de personas, un tercio de la población mundial que padece hambre en la actualidad.

Según el BAfD, con la supresión de los obstáculos al desarrollo agrícola y la ayuda de nuevas inversiones, la producción agrícola de África podría pasar de 280.000 millones de dólares anuales a 1 billón de dólares en 2030.