En septiembre mes de la Patria, fundamental resulta reflexionar sobre la importancia de promover una educación en valores, para construir una Nación con identidad ética y con horizontes de prosperidad, e impedir que se imponga y triunfe una sociedad de “cínicos”, conducida por el pragmatismo, la insolencia, la irresponsabilidad, la desvergüenza y la corrupción.
Mucho se habla en la actualidad (no como moda, sino como manifestación de un verdadero reclamo social), de impulsar una auténtica educación en valores. Sin embargo, muy poco se ha hecho en la realidad para avanzar en este ámbito.
La propuesta a favor de una educación en valores, no puede quedarse en un nivel enunciativo y tiene que expresarse en acciones operativas concretas que impacten en el alma de la sociedad, pero también en la conciencia y en la manera de actuar de las élites políticas.
Al menos cuatro (4) iniciativas básicas se deben adoptar para favorecer el impulso de una educación ético/valoral: 1).-Diseñar planes y programas curriculares específicos en la materia; 2).-Incluir y ampliar los contenidos en valores en la enseñanza pública; 3).-Modernizar el marco jurídico/normativo que actualice el tema; y 4).-Implementar una vasto programa de formación sobre el particular dirigido a maestras y maestros.
Es evidente que en ninguna de estas y otras asignaturas (de ese campo de desempeño) se ha trabajado para favorecer la promoción e implementación en Zacatecas de una educación fundada en valores, que ayude a enfrentar retos como el de la violencia, los rezagos y los bajos niveles de desarrollo y bienestar.
La educación en valores se traduce en el esfuerzo sistemático (de la autoridad y la sociedad) para ayudar a los educandos a adquirir y privilegiar la formación de las cualidades que se consideran deseables para su desarrollo colectivo, digno y pleno.
El padre de la investigación pedagógica en México, Pablo Latapí Sarre (+) manifestó en sus obras que la educación tiene como finalidad la formación de mejores seres humanos. Y eso se concreta a través de una enseñanza en valores, cuestión que no se logra sólo con la adquisición de conocimientos científicos.
Por ese motivo, el aparato de Estado, en sus tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal), tendrá que recolocar en el corazón de las políticas públicas, el impulso a la educación en valores, la promoción de la cultura de la paz y la no violencia.
No dar este trascendente paso, implica el riesgo de favorecer y profundizar la construcción de una Patria, de una Nación y de una sociedad de “cínicos”. Eso sería terriblemente pernicioso para el desarrollo de Zacatecas y México.
Incluso, podríamos afirmar, que este será uno de los compromisos y prioridades que debiesen atenderse en el proceso de transición asociado a la sucesión presidencial del 2024.
Zacatecas, hoy más que nunca, requiere de una plataforma, de un gran programa de enseñanza pública en valores y de promoción de la cultura de la paz y la no violencia.
LA REPÚBLICA DE LOS CÍNICOS.
En la Grecia clásica, cuatro siglos antes de nuestra era, Antístenes, padre de la escuela filosófica de los cínicos, tuvo además la audacia de proponer la creación de la República de los “cínicos”, integrada por ciudadanos que “desprecien la ley, las instituciones, las normas morales y los valores convencionales”.
Los más emblemáticos representantes de la escuela griega de los cínicos, son tres: Antístenes, Diógenes de Sinope y Crates de Atenas. Ya el filósofo de la Ilustración Immanuel Kant abordó profusamente el tema en su obra titulada La Crítica de la Razón Pura.
Hacia finales del siglo 20, es el filósofo alemán Peter Sloterdijk, quien en su libro “Crítica de la Razón Cínica” (1983) describe de manera puntual las características psicológicas y sociológicas de los “cínicos” que han contribuido a sentar las bases de la escuela de la sospecha, la deshonestidad, la corrupción, la insolencia y la desvergüenza.
Los cínicos son, también, una especie de “narcisistas” a quienes sólo interesa su bienestar.
LOS VALORES Y SU IMPORTANCIA:
En Zacatecas, trascendente es promover una educación en valores, para impedir el nacimiento de la generación de los “cínicos”.