El presidente demócrata dijo que las protestas pacíficas están protegidas en Estados Unidos, pero que el orden debe prevalecer. Advirtio que las políticas de su gobierno con Medio Oriente no cambiarán

El presidente Joe Biden defendió el jueves el derecho a protestar, pero insistió en que “el orden debe prevalecer” mientras los campus universitarios de todo el país enfrentan disturbios por la guerra en Gaza.

“La disidencia es esencial para la democracia”, dijo en la Casa Blanca. “Pero la disidencia nunca debe conducir al desorden”.

El presidente demócrata también dijo que las protestas no le han hecho reconsiderar su enfoque de la guerra. Biden ha criticado ocasionalmente la conducta de Israel, pero siguió proporcionándole armas.

Biden dijo que las protestas en el campus no lo han llevado a repensar sus políticas en Medio Oriente y se opone a enviar la Guardia Nacional.

“No somos una nación autoritaria donde silenciamos a la gente o aplastamos la disidencia”, dijo Biden desde el podio de la Sala Roosevelt de la Casa Blanca.

“Pero tampoco somos un país sin ley”, añadió Biden. “Somos una sociedad civil y el orden debe prevalecer”.

El presidente de Estados Unidos también dijo que no se podía permitir que las protestas interrumpieran las clases y graduaciones de miles de estudiantes en campus de todo Estados Unidos.

Biden se ha enfrentado a críticas de todos los lados del espectro político por las protestas, varias de las cuales han sido disueltas por la policía en los últimos días y decenas de personas han sido arrestadas.

“No debería haber lugar en ningún campus, ningún lugar en Estados Unidos para el antisemitismo o las amenazas de violencia contra los estudiantes judíos”, añadió Biden.

“No hay lugar para discursos de odio o violencia de ningún tipo, ya sea antisemitismo, islamofobia o discriminación contra los árabes estadounidenses o los palestinos estadounidenses”, afirmó.

“Es simplemente incorrecto”.

Los republicanos han tratado de convertir las escenas de malestar en un garrote de campaña contra los demócratas.

Autoridades de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), informaron la detención de 132 personas durante la mañana del jueves. Este hecho se produjo en el contexto de la acción para desmantelar un campamento de protesta, evento que demandó la intervención de aproximadamente 250 oficiales de la patrulla de caminos de California y fuerzas de jurisdicciones aliadas.

La proporción de los efectivos desplegados, cerca de un agente por cada manifestante en el sitio, resalta la magnitud de la operación. Según los informes de Alec Pereyda, oficial de información pública de la Patrulla de Caminos de California (CHP por sus siglas en inglés), se utilizaron “flash bangs”, dispositivos explosivos no letales, lanzados al aire con el objetivo de captar la atención de la multitud y fomentar su dispersión.

Durante el enfrentamiento, hubo incidentes de violencia menor donde se registró el lanzamiento de extintores de incendios y botellas de agua hacia los policías. A pesar de estos altercados, “no se reportaron heridos entre los oficiales”, afirmó Alejandro Rubio, portavoz de la CHP. Este detalle subraya la tensión subyacente en el ambiente, aunque la rápida respuesta de las fuerzas del orden parece haber mitigado impactos mayores.

La decisión sobre si se presentarán cargos caerá bajo la jurisdicción del Departamento de Policía de UCLA. Este aspecto del proceso aún está pendiente y será determinante para entender las consecuencias legales a las que se enfrentarán los detenidos. La implicación de múltiples cuerpos policiales en el operativo no solo evidencia la seriedad con la que se ha abordado la situación, sino también la complejidad de gestionar manifestaciones en entornos académicos.

Fuentes de la operación destacaron el despliegue táctico y la disciplina mostrada por las fuerzas de seguridad, pese a la hostilidad encontrada. La actuación policial, diseñada para minimizar el riesgo de lesiones y daños mientras se restablecía el orden, será analizada en los informes posteriores a la operación.

En contexto, la presencia de un campamento de protesta en el campus de UCLA y su subsecuente remoción involucrando un amplio despliegue policial pone de manifiesto las tensiones actuales en el entorno educativo y social. Las causas subyacentes de la protesta, aún no detalladas completamente, así como la respuesta institucional, serán probablemente temas de debate público y académico en las próximas semanas.

La comunidad de UCLA, así como observadores externos, esperan más información sobre los desarrollos futuros relacionados con este evento. La manera en que se resuelvan estos asuntos podría sentar precedentes importantes en cómo se manejan las manifestaciones y protestas en campus universitarios a lo largo de Estados Unidos.


 
 

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