El agua de lluvia no es apta para beber y está en niveles inseguros para su consumo prácticamente en todas partes del mundo. Las precipitaciones remueven partículas y gases, por lo que debe evitarse su ingesta. En las grandes urbes como la nuestra, la industrialización y la alta densidad poblacional tienen efectos adversos en la química de las precipitaciones pluviales, que remueven de la atmósfera partículas y gases emitidos por fuentes naturales y antropogénicas (emisiones vehiculares e industriales). El agua de lluvia sólo puede ser utilizada para tareas como lavar automóviles, algunos tipos de ropa o para riego, pero no para consumo humano; para ello se requiere de procesos complejos de filtración y someterla a lámparas de ozono para eliminar microorganismos.

 Algunos de los metales pesados que se encontraron en el agua de lluvia son aluminio, cadmio, cromo, vanadio, plomo, zinc, manganeso, hierro, mercurio, así como arsénico, rodio, paladio, rubidio y níquel, algunos de éstos muy evidentes por provenir de las gasolinas y de los convertidores catalíticos. Cuando la lluvia es acompañada de truenos, éstos irradian amoniaco que, aunado a la radiación y a las condiciones atmosféricas, se convierte en amonio.

Según el artículo publicado en la revista Environmental Science & Technology el pasado 2 de agosto, investigadores de la Universidad de Estocolmo concluyeron que el agua de lluvia en toda la Tierra no es segura para beber, el informe explica que esto se debe a que el agua de lluvia en todo nuestro planeta ahora contiene sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS). La presencia de las PFAS en el mundo representa un peligro para la salud humana dado que estudios conducidos por expertos las han relacionado con algunos tipos de cáncer, disminución de la fertilidad, reducción en la respuesta a las vacunas, colesterol alto y complicaciones en el desarrollo de los niños. No obstante, al igual que ocurre con los microplásticos, es bastante difícil detectar todos los efectos duraderos que tiene la exposición de PFAS en la salud humana, ya que son muchos y de distintos tipos.

Tras un aguacero, comúnmente la gente enferma, pero no sólo por la empapada, sino también porque en ese líquido hay bacterias y elementos químicos dañinos para la salud, que ingresan a nuestro organismo de manera dérmica o por ingesta. Las enfermedades más comunes son las de tipo respiratorio, causadas por los cambios de clima y la proliferación de microorganismos. En cuanto a los elementos químicos, las precipitaciones pluviales contienen óxidos de nitrógeno y óxidos de azufre, que al reaccionar con el agua forman ácido nítrico y ácido sulfúrico, que dan origen a la llamada lluvia ácida.

Las primeras lluvias de la temporada son importantes porque limpian la atmósfera de contaminantes, pero si tenemos dos días de precipitaciones, y tres o cuatro no, el aire estará de nuevo contaminado con humo y metales pesados, por lo que no se recomienda que a pesar de la tentación abras la boca para que caigan gotas de lluvia en tu boca y mucho menos la recolectes para beberla.


 
 

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