Desde los anales de la historia de la creación de las civilizaciones hasta nuestros días, el ser humano se ha caracterizado principalmente por aspirar a lograr el éxito, conseguir las metas que uno se impone y consecuentemente perseguir nuevos objetivos para aumentar la motivación y el ego personal. Las dinámicas sociales entre ellas las de crianza han evolucionado de acuerdo a esas construcciones socioculturales que se gestan dentro de la propia sociedad, aparejadamente con ello han surgido otros problemas que aquejan a nuestras niñas, niños y adolescentes y que tal vez siempre estuvieron presentes en la cotidianidad individual pero la diferencia estriba en las formas y modos en las que nuestros progenitores nos dieron las herramientas para gestionarlas, y son precisamente esas herramientas que en estas nuevas dinámicas sociales tenemos que facilitar a las niñas, niños y adolescentes para que ellos tengan una tolerancia adecuada y un correcto manejo de la frustración.
Según la teoría de la frustración de Abram Amsel sobre cómo nos comportamos, respecto al fracaso o la no consecución de la motivación es lo que nos lleva a la frustración, es decir un estado depresivo o negativo que según Abram Amsel puede llegar a tener sus orígenes en el campo biológico de los seres humanos. Desde varias vertientes la frustración es definida como un sentimiento estrictamente desagradable en la que una persona deposita previamente todos sus esfuerzos físicos, psíquicos, actitudes, aptitudes y tiempo en conseguir un objetivo que se había fijado y la nulidad del mismo. Esto es, lo que suele experimentarse al no haber logrado con éxito una meta, dicho de otra manera la frustración es un sentimiento que aparece cuando no conseguimos lo que queremos o cuando nos suceden situaciones no deseadas. Y según la intensidad del sentimiento y nuestras características personales podemos reaccionar ante ello con enfado, angustia, ansiedad estrés entre otras emociones, e imaginamos que el sufrimiento es definitivo sin reflexionar y analizar detenidamente que solo es una situación transitoria. Por otra parte, la frustración puede considerarse una percepción o sensación totalmente subjetiva, de carácter personal y cuya interpretación depende de cada individuo. En otras palabras, el fenómeno de la frustración se puede dar o no, según cómo se perciba la no consecución de nuestras metas.
Por otro lado podemos decir que la baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos aspectos principales como una percepción exagerada, y errónea, de la situación que estamos viviendo y una creencia de que no podemos ni queremos vivir el malestar que estamos experimentando, sin pensar que la frustración también forma parte de la vida y aunque no podemos evitarla, podemos aprender a gestionarla y superar, igualmente la poca tolerancia a la frustración provoca que ante cualquier incomodidad, nos desmotivemos y abandonemos nuestros objetivo.
Entonces pues tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de nuestra vida a pesar de las molestias o incomodidades que estas nos causan, ya que la base del problema no está en las emociones negativas y la frustración que vivimos sino la actitud que tomamos antes ellos, pues la tolerancia se fortalece, como cualquier musculo, trabajándola y practicándola, sabiendo que todas y todos podemos aguantar un malestar y sabemos y estamos claros que es incómodo y conscientes de que no pasa nada si nos sentimos mal durante un periodo de tiempo a sabiendas de que el malestar es pasajero y tarde que temprano pasara y la recompensa pude ser enorme a corto, mediano y largo plazo. Pues sentir impotencia emocional no es malo sino muy humano, pero además es una parte necesaria en la vida para alcanzar el éxito. De todo lo antes mencionado deviene la importancia que los progenitores o tutores ayudemos a nuestras niñas, niños y adolescentes a manejar la frustración mediante una tolerancia adecuada, con el fin de evitar otras situaciones como el estrés, la ansiedad, tristeza, depresión que sin duda en nuestros días aquejan a nuestras niñas, niños y adolescentes.